Las obras de Aristóteles
llevaron a algunos pensadores del medioevo a querer darle a todas las cosas una
respuesta lógica y científica, mientras los más radicales a la fe, pretendían
defender la naturaleza divina del mundo. Sin embargo, la metafísica
aristotélica fue de gran interés para los pensadores medievales. En el caso de
Tomas de Aquino busco una aceptación entre ambas, para él la diversidad no es
ruptura y separación sino orden (Fernández, S. 2014).
Tomas busca la verdad
filosófica sin olvidar los principios religiosos, intentando practicar una
filosofía muy objetiva en donde parte de un mundo sensible para luego llegar a
Dios, a diferencia de otros pensadores de su época que conciben todas las cosas
iniciando de Dios, Tomas estudia la metafísica aristotélica sin los prejuicios
que podría tener un religioso al estudiar un filósofo pagano, concluyendo que
existen cosas que son para el estudio de la razón y otras que son exclusividad
de la fe, pero que también hay algunas cuestiones que pueden ser abordadas `por
ambas como la creación y la evolución (Ibarra, C. 2016).
Es de resaltar en Santo Tomas
la particular forma de analizar las obras griegas sin llegar a condicionarse
por sus creencias religiosas, cosa que demuestra una inteligencia y un poder de
análisis propio de un filósofo innato, cuyo interés es el conocimiento y que
solo vive para esto. La vida de Tomas nos da a conocer a un filósofo que
prefirió una vida humilde como monje a la de un clérigo rico y poderoso,
alejándose así de distracciones que le impidieran pensar. Su capacidad como filosofo
lo llevo a intentar integrar la fe con la razón de una manera muy clara, pues
no entro en disputas entre ellas sino intento ordenar las cosas que le
corresponde a cada una, apreciación que resulta muy sabia, pues tratar de
conciliar la fe y la razón en todo aspecto es algo ingenuo.
Personalmente podría decir que
la fe y la razón pueden convivir juntas en el ser humano, como también que la
razón puede existir sin la fe, pero la fe no existiría sin la razón, porque es
necesario llegar a realizar un raciocinio y tener una capacidad imaginativa
como la del ser humano para poder concebir una idea tan extraordinaria como la
de Dios, incluso si la teoría metafísica en la que la idea del ser perfecto
tiene que provenir de un ser perfecto, solo puede ser puesta en un cerebro que
razone y pueda sacar esas conclusiones y no podría ser puesta por la entidad
divina en un cerebro que solo trabaje sensitivamente. Sin embargo, podrían
argumentarnos que nuestro raciocinio también fue otorgado por Dios o que la
inteligencia es una facultad del alma, por lo tanto entraríamos en otras discusiones
más profundas que realmente no han tenido una solución placentera para la razón
ni para la fe.
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